Tenemos un reto ineludible y es sobrevivir pues SOMOS LA MAYOR fuerza económica no sólo de Europa (micro, 92,2%; pequeña, 6,5% y mediana 1,1%; en suma, el 99,8% de la economía europea de los 27), sino también de España (1.763.120 micro sin empleados, 1.286.587 micro con empleados, ambas representan un total de 95,47%; pequeña, 121.601, 3,51% y mediana empresa 20.108, 1,1%; entre todos, asciende al 99,9% de la economía española); pese a los des-gobiernos, los derechos de los demás (parece que nosotros no los tenemos, sólo los pagamos) y la legislación que sólo legisla para la gran empresa (que son 0,1% de la economía en España y el 0,2 en Europa; “absurdo, ¿verdad?”) y nuestra desunión (si somos tantos, ¿por qué seguimos solos y más si podemos cambiarlo?). Pues, al ritmo que van, consiguen arruinarnos o que seamos esclavos de la gran empresa. Es absurdo que la base de la economía, la micro y pequeña (98,7% UE y 98,98 España) empresa, estén absolutamente indefensas y semi-arruinadas, no siendo la culpa sólo de la falta de financiación; simplemente esa es la gota que colma el vaso.
Decir que de los datos obtenidos de una muestra de micropymes se constata que sus costes, impuestos y trabajos realizados para la Administración han aumentado del ejercicio 1990 a la actualidad, comparativamente, el 100% y sus resultados han disminuido hasta el 30 % de los obtenidos entonces (un mal sueldo, inferior al de un encargado de un establecimiento para el esfuerzo, la inversión y las responsabilidades adquiridas). Asimismo, se ha observado que en el 80% de la muestra, incluyendo las retribuciones obtenidas por el empresario, el resultado obtenido no llega a un 8% de su inversión (Inversión 360.000,00 €, resultado, incluida retribución, no llega a 30.000,00 €).
Se necesitan cambios radicales a nivel estructural que nadie está dispuesto a acometer: una reforma laboral, donde se premie la productividad y la responsabilidad personal (sin indemnizaciones); una disminución de costes impositivos a todos los niveles, pues el dinero lo debe tener el ciudadano no el Estado; una política económica, laboral y fiscal específica para la pequeña empresa; una ley ejecutiva de pagos inmediatos, anti-manipulación de la gran empresa y protectora para la pequeña empresa;… Si esto no se consigue con carácter inmediato, el daño será irreversible. Sobre esta base, necesitamos llegar, tal vez, incluso a plantearnos meternos en política. ¡Basta ya de que nos tomen el pelo! (IVA de caja inaplicable, cuando es praxis en toda Europa; Ley de morosidad inservible; cada vez más inseguridad jurídica; aumento de costes directos e indirectos; funcionariado, incluidos políticos, sin responsabilidad…). No es el momento de pararse, es el momento de empujar en una dirección; es mejor intentarlo y errar que no hacer nada. Debemos ser capaces, en la medida que podamos, de trasladar a nuestros círculos de influencia todas estas situaciones y hacer ver que, o nos unimos, o nuestra supervivencia será muy complicada, por no decir inviable.
Y está línea es la que entiendo debemos empezar a trabajar, aunando esfuerzos. Iterándome, somos prácticamente el 99% de la fuerza económica de la Unión Europea, es hora de que ello influya en la toma coherente de las decisiones que nos afectan.”